06-abril-2013
La política pública sostenible
Quienes hayan seguido
nuestras colaboraciones en esta columna durante los pasados años habrán
notado que en ellas trato de abordar desde los aspectos más cotidianos
sobre el tema como lo es la substitución de una bombilla incandescente
por una fluorescente, hasta los más amplios como el concepto de equidad y
justicia social.
Hoy iniciaremos una serie de tres escritos muy generales sobre la sostenibilidad a nivel de política pública, no así de política (partidista).
En la frágil e insostenible economía en que vivimos, de manera casi aislada a grandes sectores del resto de la humanidad, donde ya se ven pasos y políticas sostenibles, tenemos ahora una gran oportunidad.
Uno de los lemas principales con que abordo mi práctica profesional del diseño es: cómo hacer más con menos, cómo lograr el máximo beneficio con el mínimo de recursos o redactado de forma más dramática y a manera de enunciado proselitista… Tratar de llevar la eficiencia a tal grado que podamos hacerlo casi todo con casi nada.
Como bien apunta Steven Cohen en EcoWatch, debemos reconocer que la Presidencia de Barack Obama no se ha destacado de forma sobresaliente al considerar la sostenibilidad: aún se continúa negociando la protección del medio ambiente con el desarrollo económico. El escenario nuestro es igual… quizás peor. De lo que realmente se trata es cómo hallar la manera de hacer nuestra isla lo suficientemente productiva para beneficio de todos los que la habitamos sin, a la misma vez, autodestruirnos. Debemos, como mínimo, intentar la utilización sostenible de nuestros recursos - el humano y ambiente siendo nuestro capital más importante - y el desarrollo tecnológico en la estrategia económica de nuestra isla.
Pero el problema actual es que el enfoque de agencias, como la Junta de Calidad Ambiental y el Departamento de Recursos Naturales, es una reactiva más que pro-activa. Los empresarios (y algunos pasados directores) piensan en estas agencias como unas que promueven el estancamiento económico y el anticrecimiento. La protección de nuestros recursos no es ni debe ser anatema al desarrollo económico. Puerto Rico, en su aparente y positivo nuevo afán de desarrollar el empresarismo local, debe estudiar detenidamente el campo de la Ecología Industrial. Esta promueve la producción de bienes, eliminando la emisión de contaminantes a través de sistemas cerrados que garanticen que todos los recursos terminan en productos o servicios productivos. La sostenibilidad no renuncia al medio ambiente ni a la riqueza… se basa en que el medio ambiente es una parte fundamental, si no la más importante de nuestra riqueza.
Una política pública de sostenibilidad debe permear todas la operaciones y servicios que ofrecen las diferentes dependencias gubernamentales en sus tres ramas: ejecutiva, legislativa y judicial… que no se nos escape nadie.
¡Saludos Sostenibles!
El autor es Arquitecto practicante, Catedrático retirado de la Escuela de Arquitectura de la UPR, Fellow del American Institute of Architects, fundador y pasado presidente del US Green Building Council del Caribe y la autoridad reconocida sobre el tema en Puerto Rico.
Hoy iniciaremos una serie de tres escritos muy generales sobre la sostenibilidad a nivel de política pública, no así de política (partidista).
En la frágil e insostenible economía en que vivimos, de manera casi aislada a grandes sectores del resto de la humanidad, donde ya se ven pasos y políticas sostenibles, tenemos ahora una gran oportunidad.
Uno de los lemas principales con que abordo mi práctica profesional del diseño es: cómo hacer más con menos, cómo lograr el máximo beneficio con el mínimo de recursos o redactado de forma más dramática y a manera de enunciado proselitista… Tratar de llevar la eficiencia a tal grado que podamos hacerlo casi todo con casi nada.
Como bien apunta Steven Cohen en EcoWatch, debemos reconocer que la Presidencia de Barack Obama no se ha destacado de forma sobresaliente al considerar la sostenibilidad: aún se continúa negociando la protección del medio ambiente con el desarrollo económico. El escenario nuestro es igual… quizás peor. De lo que realmente se trata es cómo hallar la manera de hacer nuestra isla lo suficientemente productiva para beneficio de todos los que la habitamos sin, a la misma vez, autodestruirnos. Debemos, como mínimo, intentar la utilización sostenible de nuestros recursos - el humano y ambiente siendo nuestro capital más importante - y el desarrollo tecnológico en la estrategia económica de nuestra isla.
Pero el problema actual es que el enfoque de agencias, como la Junta de Calidad Ambiental y el Departamento de Recursos Naturales, es una reactiva más que pro-activa. Los empresarios (y algunos pasados directores) piensan en estas agencias como unas que promueven el estancamiento económico y el anticrecimiento. La protección de nuestros recursos no es ni debe ser anatema al desarrollo económico. Puerto Rico, en su aparente y positivo nuevo afán de desarrollar el empresarismo local, debe estudiar detenidamente el campo de la Ecología Industrial. Esta promueve la producción de bienes, eliminando la emisión de contaminantes a través de sistemas cerrados que garanticen que todos los recursos terminan en productos o servicios productivos. La sostenibilidad no renuncia al medio ambiente ni a la riqueza… se basa en que el medio ambiente es una parte fundamental, si no la más importante de nuestra riqueza.
Una política pública de sostenibilidad debe permear todas la operaciones y servicios que ofrecen las diferentes dependencias gubernamentales en sus tres ramas: ejecutiva, legislativa y judicial… que no se nos escape nadie.
¡Saludos Sostenibles!
El autor es Arquitecto practicante, Catedrático retirado de la Escuela de Arquitectura de la UPR, Fellow del American Institute of Architects, fundador y pasado presidente del US Green Building Council del Caribe y la autoridad reconocida sobre el tema en Puerto Rico.